domingo, 14 de agosto de 2011

Londres: las revueltas son sólo el principio

En el Reino Unido gobiernan dos partidos tradicionalmente enfrentados y su coalición puede verse seriamente dañada por la forma de afrontar los disturbios de la semana pasada.

Por un lado, el partido conservador, los tories, acostumbrados a hacer recortes sociales, privatizaciones y a favorecer a las clases altas. A sus bases les gusta que se criminalice a los pobres, a los que viven de los servicios sociales y les "han venido bien" los acontecimientos de los últimos días para justificar sus radicales recortes: "están viviendo de nuestro dinero y eso les ha convertido en unos vagos que creen que tienen bula para hacer lo que quieran", piensan muchos de ellos.

Por otro lado, el partido Liberal Demócrata, podríamos decir que es el partido más a la izquierda del Reino Unido. Sus votos provienen, sobre todo, de gente de izquierdas descontenta y desencantada con el Partido Laborista y que vieron en Nick Clegg a un tipo serio y decente que sabía lo que quería y que estaba cansado del bipartidismo en su país. Su gran campaña electoral le sirvió para conseguir el 23.6% del voto popular y, aunque sólo le sirvió para conseguir 57 diputados, fueron suficientes para ser decisivo a la hora de formar gobierno.

Su principal petición a la hora de apoyar a un partido u otro fue la celebración de un referéndum para cambiar la ley electoral que no les favorece en nada (referéndum que no prosperó). Ambos partidos se lo ofrecieron, pero, con el deseo de cambiar la sociedad tras 12 años de gobierno laborista, Nick Clegg decidió que los tories serían sus compañeros de viaje.

El problema es que es una unión contra natura. Tanto en lo económico como en lo social, son partidos tremendamente diferentes. Sus ideas están totalmente enfrentadas en muchos temas y eso, en una época de crisis como la que estamos viviendo, es una bomba de relojería. Han sido varias las causas de confrontación, pero los disturbios de Tottenham parece que serán la gota que colma el vaso.

Ante algo como lo que pasó en Londres la semana pasada, sólo caben medidas arriesgadas. Aunque nadie está seguro de las razones que llevaron a esta situación, todo el mundo tiene claro que esto no ha pasado por casualidad. Hay causas subyacentes que hay que atacar y hay que intentar arreglarlo. Todo parece indicar que hay dos opciones: favorecer la integración de los marginados por las buenas o por las malas.

La integración por las buenas sería darles más subvenciones, darles trabajo, darles un futuro o, al menos, darles esperanza en el futuro. Ya sea ayudándoles a sacarse estudios o creando puestos de trabajo en sus zonas, habría que darles algo que les saque de la marginación.

La integración por las malas consiste en cortar todo el flujo de dinero hacia esas familias y castigar duramente a los que se pasen de la raya. El Gobierno de David Cameron ya ha anunciado su intención de desalojar de sus hogares, si viven en edificios subvencionados, a todas las familias de los que tomaron parte en las revueltas. La idea es que los padres vean que las acciones de sus hijos tienen consecuencias sobre ellos e intenten que sus hijos no hagan ese tipo de cosas.

Es difícil de explicar a las bases de los tories que niñatos que se han dedicado a destrozar mobiliario y robar sigan viviendo a costa del contribuyente, así que Cameron, sin duda, ganará puntos en su electorado con decisiones como estas. Al fin y al cabo la gente que vive en Tottenham no va a votar a los tories (sólo un 15% lo hizo en 2010) y la gente que vota en Chelsea no se enterará de las consecuencias que tiene echar a la gente a la calle en Tottenham porque no pisan ese barrio ni sin querer.

El problema es que las bases de los liberales sí que están muy preocupadas por esta deriva conservadora que está tomando el gobierno que apoyan y ya han salido voces como la del segundo de abordo de los liberales, Simon Hughes, que fue elegido en una de las circunscripciones con más casas subvencionadas de Londres  calificando las medidas de precipitadas y asegurando que serán contraproducentes y que, echar a los que no tienen nada de sus casas, lo único que conseguirá será aumentar el crimen y la inseguridad. No olvidemos, además, que desde las elecciones del año pasado, los liberal-demócratas han visto caer su intención de voto del 23 al 9%, sobre todo, debido a los recortes sociales que ha tenido que afrontar el gobierno.

El problema de los deshaucios es la falta de aviso. Desconozco si hay alguna norma que advierta a los ciudadanos de que si sus hijos tienen problemas con la ley se les echará de sus casas (y creo que no está nada claro), pero lo que parece claro es que no es una medida habitual. Han arrestado a unos 2.000 chavales por lo ocurrido en Londres. ¿Está el Gobierno del Reino Unido dispuesto a echar a 2.000 familias de sus casas y dejarles literalmente en la calle sin ninguna opción? ¿Creen que con eso se mejorará algo?

Quizá los padres de los chicos que aun no han hecho nada tendrán más cuidado en el futuro, pero ¿no son suficientes 2.000 familias (unas 7.000 personas) en la calle sin posibilidades de encontrar trabajo para que la situación empeore de aquí a unos meses?

1 comentario:

  1. A mi si me parece una medida adecuada.

    Conforme la gente vea la relacion directa entre tener un hijo delincuente y perder beneficios sociales, cuidaran de que sus hijos no coemtan delitos para no perder dichos beneficios.

    Igualmente, la gente q cuidando de su hijos y previniendo q cometan delitos, mantendran sus casas y veran q se es el comportamiento adecuado.

    Limitarles el derecho a al vivienda social no les abocara al delito: ya son delincuentes.

    Y entre un delincuente con vivienda social y un delincuente sin vivienda social, me quedo con el delincuente sin vivienda social. Uno solo cuesta dinero al estado y el otro, costando lo mismo al estado, ademas comete delitos.

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