Una de las razones por las que mucha gente argumenta que se necesita un mayor número de partidos en la Cámara y por las que se debe eliminar la actual "partitocracia" es porque estamos en una democracia en la que los políticos deben hablar para resolver sus problemas. Sostienen que hablando todo se soluciona y que incluso las diferencias más irreconciliables pueden salvarse negociando. Es más, algunos sostienen que cualquier ley fruto del acuerdo entre dos partidos será mejor que una ley aprobada por el partido en el Gobierno en solitario.
Sin embargo, la historia es tozuda y muchas veces nos muestra la realidad tal y como es. Actualmente en el Congreso no hay dos partidos, ni tres, sino cinco grupos parlamentarios más el Grupo Mixto. Estos grupos parlamentarios tienen la capacidad de llegar a acuerdos si lo estiman conveniente y, de hecho, es algo necesario para aprobar una ley porque el PSOE no cuenta con mayoría absoluta. Excepto en casos puntuales (mayorías absolutas del PSOE y del PP), esto ha sido así siempre en la democracia española. Para aprobar una ley casi siempre ha sido necesario el consenso de dos o más partidos, pero lo cierto es que ese conenso no se ha utilizado para mejorar la ley que se va a aprobar si no para obtener contrapartidas en otras leyes más importantes para el electorado de los partidos pequeños.
Es algo lógico, normal, e incluso esperable, que cuando el partido A necesita el voto del partido B para aprobar una ley, le ofrezca una contrapartida en otra ley o en una partida presupuestaria. Es bastante habitual que en Estados Unidos, por ejemplo, un congresista vote a favor de una ley a cambio de que su estado consiga tal o cual contrato o de que en otra ley se introduzca una enmienda para conseguir algo que contente a sus electores. Eso en España no sólo es habitual si no que es la norma. Los gobiernos de ambos signos han pactado con partidos nacionalistas de todo. Desde la transferencia de competencias o el apoyo a sus proyectos hasta la designación de sus ciudades como "candidatas" a cualquier competición "chorras" (capitalidad europea, Exposición Internacional, Olimpiadas de Invierno, etc.) para que les aprueben cualquier tipo de leyes: desde los Presupuestos hasta la ley de Educación.
Ayer hubo algo nuevo: CiU reconoce que nunca había conseguido tanto por una simple abstención. El PSOE necesitaba mayoría simple en la votación de la reforma de la negociación colectiva y le ofreció a CiU una serie de contrapartidas para Cataluña a cambio de una mera abstención. El resultado es que una ley que afectará a todos los españoles que trabajan por cuenta ajena ha sido aprobada bajo no se sabe qué pretextos y gracias al voto de alguien que cree que la ley es manifiestamente mejorable.
Por supuesto, yo estoy a favor de que se negocien las leyes, creo que es algo necesario e imprescindible y un síntoma del buen funcionamiento del sistema, pero me pregunto si esos que dicen que cualquier ley es mejor si está negociada con otro partido siguen pensando lo mismo. ¿Sería esta ley mejor si el PSOE le hubiese dado más a CiU para que no se abstuviese si no que votase a favor? ¿pasa una ley sobre sanidad a ser buena porque el AVE va a llegar a Galicia y entonces el BNG vota a favor? ¿es mejor una ley que contenta a un partido minoritario que una ley que el partido mayoritario cree que es buena?
Cuando la negociación se hace en el Congreso por políticos profesionales y de larga trayectoria no hay mayor problema. Siempre buscarán que las contrapartidas sean medianamente razonables y conseguirán que el "pequeño" no se suba a la parra, pero ¿qué pasa cuando en un ayuntamiento un tipo tiene dos concejales y una minoría de bloqueo? ¿qué pasaría si a cambio de la aprobación de tal o cual partida presupuestaria pide que la obra X se la carguen a la empresa de su primo? Al fin y al cabo, cuando hablamos de partidos nacionalistas con grupo propio estamos hablando de partidos que, quizá no pidan contrapartidas buenas para toda la población, pero sí pedirán contrapartidas buenas para "su" población. El problema viene cuando la minoría de bloqueo la ejerce un concejal que apenas ha sacado 1.000 votos en un municipio y a quien tienen que dar el oro y el moro para aprobar los presupuestos.
Que no se me entienda mal. No estoy abogando por un democracia bipartidista, ni siquiera por una democracia que favorezca las mayorías absolutas, pero sí creo que no es oro todo lo que reluce. Evidentemente, una situación multipartidista puede ser muy beneficiosa para la sociedad si hay un gran número de partidos similares que pueden llegar a acuerdos sin renunciar a sus principios, pero cuando se le da a una minoría la llave de la gobernabilidad es difícil que algo bueno salga de ahí.
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