El domingo de la semana que viene se celebrará en Italia un referéndum con cuatro preguntas: una sobre política municipal, otra sobre los servicios de agua, otra sobre la ley que impide al Primer Ministro comparecer en procesos penales y una cuarta sobre la vuelta a la energía nuclear. Sin duda, los más importantes son estos dos últimos.
El referéndum viene precedido de polémica. Las consultas populares se convocan en Italia cuando 500.000 ciudadanos firman una petición de, como mínimo, cinco consejos provinciales para derogar -total o parcialmente- una ley y esta es ratificada por el Tribunal Constitucional. En este caso, una vez conseguidas todas las firmas, Berlusconi decidió modificar la ley referente a las Centrales Nucleares suspendiendo su aplicación durante dos años para que no estuviese sujeta al referéndum. Sin embargo, el Tribunal Constitucional dio la razón a los convocantes y el referéndum se celebrará.
Lo que más me llama la atención del referéndum, es que, para decir "No" a las nucleares, la papeleta que tienes que introducir es la del "Sí". Algo similar ocurrió en 1974 cuando se preguntó si se quería eliminar la ley que permitía el divorcio, con lo que los que querían poder divorciarse debían votar "no". Me parece interesante porque refleja un problema de los referendums del que pocas veces se habla: la forma de hacer la pregunta. No es lo mismo preguntar "¿quiere usted que haya energía nuclear en Italia?" que "¿quiere usted derogar la ley que permite el establecimiento de nuevas centrales nucleares en Italia?".
De hecho, a esa misma pregunta ya contestaron que sí los italianos hace 24 años, justo después del accidente de Chernobil y la respuesta fue "sí", es decir, que "no" querían energía nuclear. Se abolió la ley que permitía a las centrales nucleares operar y que permitía crear nuevas centrales y los italianos se quedaron sin energía nuclear. Sin embargo, ahora el Gobierno puede volver a reintroducir una ley muy similar... y probablemente podrá volver a hacerlo si el referéndum sale positivo, es decir, si se dice que "no" a la energía nuclear.
En Italia los referéndums son muy comunes. Casi todos los años, entre el 15 de abril y el 15 de junio se celebra uno, pero la gran mayoría de ellos no reunen el quorum necesario. Para que un referéndum consiga abolir una ley, tiene que votarlo afirmativamente la mitad más uno de los italianos con derecho a voto.
Pero lo cierto es que la importancia de los referéndums es relativa. La cifra media en los últimos referéndums fue del 23% de los votantes totales a favor del referendum y de más del 70% de abstención. Además, es bastante común que se "rehaga" la ley. En 1978 se intentó abolir la ley que daba dinero a todos los partidos por cada voto que obtenían, pero no se consiguió. En 1993 se volvió a intentar porque la ley se había modificado en los años 80 y esta vez se consiguió. Tras esta abolición, al año siguiente, el Gobierno promulgó otra ley muy similar que tuvo efecto inmediato en las elcciones de 1994. En el año 2000 se intentó volver a abolir, pero no se consiguió el quorum necesario y la ley siguió su curso.
No se consigue abolir una ley por referéndum desde hace 16 años, cuando varias leyes, entre ellas la que promulgaba la privatización de la RAI quedaron anuladas por conseguir el voto de más del 50% de los electores.
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